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¡Acariciar a tu gato y no morir en el intento!

Acariciar a un gato

Donde si puedes y donde no debes acariciar a tu gato

Acariciar a un gato es tan reconfortante para el que acaricia como para el acariciado, eso lo sabemos todos los que amamos a los mininos, como yo.

Pero se puede convertir también en una tortura para ambos, si no se sabe exactamente donde se le puede tocar y donde no, a ese peludito con garras afiladas 🙂

¡Un estudio reciente nos lo pone muy clarito!

Muchas personas dicen que los gatos de “ariscos” porque no son como los perros. ¡Por supuesto que no es así!

Si bien son dos mascotas muy populares, son completamente distintas, y una de sus grandes diferencias se da a la hora de recibir cariño. ¡No todo les gusta, y no tienen problema a la hora de comunicarte que lo estás haciendo mal!

Acariciar a un gato

Los gatos son muy especiales

En general, las personas que siempre tuvieron gatos en casa, saben como tratarlos. Pero si eres “primerizo” y de pronto te sorprendes con un arañazo o mordisquito inesperado mientras le hacías mimos, quizás sea porque no sabes en realidad lo que hace que los gatos disfruten y lo que detestan.

En realidad,  a los gatos no les gusta mucho que los acaricien, pero que dejan que sus dueños lo hagan para eliminar estrés y calmar la ansiedad.

Como mascota de compañía, todas deseamos estar horas acariciando a nuestro gato. Hay algunos que se dejan y les encanta, pero hay otros, con distinta personalidad, que solo permiten un poco y basta.

¿Dónde sí y dónde no?

Vamos a los hechos: La cola es el peor lugar en el que puedes acariciar a tu gato. Según los científicos es una especie de zona erógena gatuna, por lo tanto, no son bienvenidos tus mimos. Tampoco va a gustarle que masajees su vientre (al contrario de los perros) porque es el área en donde se encuentran todos los órganos vitales, por lo que reaccionan como si un depredador los estuviera atacando.

Lo que sí debes acariciar, en el orden que prefieras, es: la base de la barbilla, la base de las orejas y las mejillas, detrás de los bigotes. Cuando lo hagas, verás que tu minino parece que dijera: “¡no pares, me gusta!”

Todos estos datos no quieren decir que tu gato no disfrute de un masaje en la panza o que le fascinen las caricias en las mejillas. Cada gato es diferente y puedes entrenar al tuyo de a poco para que no desconfíe y se regocije con las caricias en todo su cuerpo.


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